Siempre fui la nieta sin novio, la que no podía conseguir a un chico con quién estar. Algunos, en mi casa, se preocupaban y "caletamente" me preguntaban si por ahí había alguien.
Yo también me lo preguntaba y la respuesta estaba lejos de ser clara. Entonces a falta de una, decidí ignorar todo tipo de indicios de existencia de un príncipe azul e historias felices de películas de Mandy Moore.
Pasarla sola no era tan malo, era terapeutico. Llegué a conocerme bien, sabía como era sola y de lo que era capaz estándolo. Me di cuenta que no necesitamos príncipes que nos salven. Nos va mejor buscándonos a nosotras mismas y en el camino, cuando tenga que pasar, encontrar a ese hombre o mujer que nos haga feliz.
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